Hace poco, en la escuela, una maestra nos preguntó algo tan simple y tan complejo a la vez que no tuve una respuesta concreta en ese momento. De hecho no recuerdo haberme puesto a esclarecer esa respuesta hasta estar totalmente satisfecho. Voy a hacer un intento más para responder a la pregunta ¿qué es la felicidad?
Para empezar, la felicidad, como el amor, son cosas tan difíciles de definir absolutamente que no me atrevo a concluir una definición universal. ¿Será que son imposibles de definir?
Bueno, al menos podemos acercarnos. Estancarse en el «imposible de definir» no será de nada productivo. Hare algo parecido a lo que hacen los científicos: intentar sintetizar una definición de algo lo más minuciosamente posible, y que sea aceptada por el mayor número de personas posible. Pero siempre tendremos en cuenta que no conocemos todos los misterios del universo y puede haber algo que pasamos por alto. Una nueva variable siempre puede aparecer aunque no la esperemos.
Algunas personas definen la felicidad como un sentimiento que tienen cuando consiguen lo que desean (material o emocional), o como la autorrealización. En occidente, generalmente, así se toma a la felicidad. Y podría decirse que estas características son algo externas a nosotros, es decir, que nuestra felicidad depende de si obtenemos o no lo que queremos, de si llega o no a nostros alguna cosa. En cambio, en el oriente es más común definir a la felicidad como un estado de paz interior. Esta forma de verla es la que, en mi opinión, es más funcional o más acertada. ¿Por qué? Porque cuando logramos obtener algo sentimos autorrealización, orgullo, alegría (que, a diferencia de la felicidad, es momentánea), etc. No experimentamos felicidad en sí. Entonces, no es práctico usar el término felicidad en esas ocasiones. Es por eso que se generan confusiones en cuanto a la felicidad, y es por eso que poca gente encuentra la verdadera felicidad.
Entonces, ¿qué es la felicidad? Como mencioné anteriormente, es un estado de paz interna. Pero además, le atribuyo lo siguiente:
Es una decisión. Viene de nuestro interior, nosotros podemos elegir ser felices. Aunque el exterior influye en nuestra decisión, la última palabra la tenemos nosotros.
Si le preguntamos a un niño pequeño qué lo hace feliz, puede ser que conteste «comer dulces», «ir al parque», «jugar», «ver tele»,… cosas tan simples, que muchos adultos no pensaría siquiera en considerar como respuesta. Bueno, algunos quizá sí. Pero estas respuestas también están enfocadas a estímulos externos a nosotros mismos, pero no digo que esten mal los niños. Al contrario, están más cerca de lo que es la felicidad porque la obtienen de cosas pequeñas y simples.
Volvamos a la parte en que la felicidad es un estado de paz interior. Ahora, ¿qué entienden por paz? ¿Se les viene a la mente una persona tranquila, pasiva, paciente, seria? Pues, generalmente, sí. Pero eso no es lo que define a una persona que tiene paz interior. La paz interna es un estado de equilibrio. Es una capacidad de estar en paz interna aún cuando las circunstancias sean adversas, o nos causen dolor. Y tengo que hacer énfasis en que no se trata de estar sonriendo mientras te encajan un cuchillo en la pierna. Se trata de sufrir esa puñalada, llorar, gritar, retorcernos del dolor. PERO… no caer en la actitud de derrota ante la vida. No empezar a sentirnos desahuciados y maldecir todo lo que nos ha pasado o pasará.
¿Es doloroso? Sí.
¿Puede atentar contra tu vida? Puede ser, sí.
¿Puedes sentirte mal por ello? Por supuesto, ¡tienes un cuchillo enterrado en la pierna!
¿Qué debo hacer? Atenderlo. Protegerte. Buscar ayuda. Dirigir tus esfuerzos a sanar la herida.
¿Y después? Continuar.
¿Y si me vuelven a encajar un cuchillo en la pierna, será este mi destino de por vida? Lo será si no aprendes de la experiencia. Y no digo que no te volverán a intentar encajar un cuchillo en la pierna. Lo que digo es que debes aprender a protegerte contra eso. Si vuelven a lograrlo, ya sabrás cómo actuar, cómo tratarlo. Si ves que siguen intentando encajarte el cuchillo, compra protección y aprende a preveer esas situaciones para evitarlas. No se trata de que ya no sucedan situaciones difíciles o dolorosas en tu vida, se trata de cambiarlas, resistirlas, preveerlas, aprender de ellas, evitarlas en la medida de lo posible. Luego… seguir adelante porque no todo es negro (ni blanco).